Memorias
Ronza M., abrazada por la presidenta de CPC, Salam Almaslamani, en el Hospital.
La pequeña refugiada palestina, que apenas tenía ya un 3% de visión, es operada en Barcelona con la ayuda de la Comunidad Palestina en Cataluña, el Hospital Sant Joan de Deu y Royal Jordanian
Israel le negaba el permiso para tratarse en sus hospitales y tampoco tenía dinero para ir a Europa. Ahora ha logrado recuperar el 100% de la visión
Periodismo Humano denunció su caso hace ahora siete meses y CPC comenzó a estudiar entonces la manera de llevar la a España
En septiembre, Ronza se movía en su casa tanteando los muebles, tropezando con los escalones descascarillados de su caseta en el campo de refugiados de Askar (Nablus, Cisjordania). Apenas tenía un 3% de visión, sumida en las sombras por culpa de una enfermedad hereditaria que afecta a varios de sus hermanos pequeños. No tenía permiso para salir a Israel y operarse. No tenía dinero para ir a Occidente y superar una intervención sin especiales riesgos en el mundo desarrollado. El suyo parecía un caso abocado al fracaso, a la desesperanza, al desastre. Pero la solidaridad, a veces, prende la chispa y cambia el rumbo de los acontecimientos: gracias a la intervención de la Comunidad Palestina de Cataluña, en colaboración con el Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona y la compañía aérea Royal Jordanian, Ronza ha sido operada en España y ha logrado recuperar el 100% de la visión. A sus casi 12 años, la vida brilla nueva ante sus ojos, esos mismos que vieron morir a su padre. Hace siete meses que Periodismo Humano contó su historia. Era el principio de la batalla. Hoy hay final feliz. Hoy hay sonrisa donde en su día había apenas un hilo perdido de luz.
Ese periodo de amenaza latente se ha prolongado hasta ahora, hasta que llegó la intervención entusiasta de Salam Almaslamani, presidenta de la CPC. Ella comenzó a dar los pasos,burocráticos, médicos y económicos, para regalar la vista a Ronza. Su propuesta encontró eco en el programa Cuida´m, del Sant Joan de Deu, que precisamente se ocupa de la asistencia sanitaria de aquellas personas que no tienen recursos para pagar determinadas intervenciones o tratamientos. Royal Jordanian fue quien colaboró para traer a madre e hija desde los Territorios Palestinos, para que una niña que desde los siete años no había hecho más que perder perfiles de la vida, pudiera recuperar todas sus capacidades. Para ver a sus hermanos, afectados como ella, para contemplar a su madre, que la atiende paciente en su humildísima casa de Askar, para divisar la colonia judía que se levanta, imponente, a medio kilómetro de su ventana. “Es una gota en el mar, pero es importantísima”, resume uno de los colaboradores de CPC, Àlex Hino, vía email. Un grano de arena que ha cambiado la vida de una niña, de una refugiada que añadía a su penuria otra condena insoslayable. El ejemplo palpable, sonriente, de que una denuncia a tiempo puede cambiar vidas. Y, como ellos dicen, de que incluso cuando los enfrentamientos se recrudecen, “la solidaridad vuelve a emerger” y se demuestra que el conflicto palestino-israelí también puede esconder historias con final feliz.
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